por Hortensia Galvis
La mente es el disco duro donde se archivan todos los conceptos que, mediante la repetición, se han trasformado en creencias. De las creencias que tengas almacenadas en la mente, dependen: tus gustos, actitudes, sentimientos y acciones; tu vida entera la programas de acuerdo a lo que piensas. Sin embargo, los archivos mentales, que controlan tus sentimientos y acciones, ni siquiera son tuyos. Son palabras y actitudes que recogiste de tus padres, maestros, y demás relaciones cercanas, además de las normas memorizadas que te impusieron: la religión y el sistema socio-político vigente. ¿Qué tan seguro estás de que esas creencias, que hiciste tuyas, estén fundamentadas en la verdad? Es muy posible que hasta ahora hayas vivido apoyado en mentiras y en conceptos distorsionados que nunca has cuestionado…
¿Cómo puedo yo distinguir si una creencia es verdadera, o es falsa? Solamente existe una forma de saberlo: observando cuidadosamente los resultados; “por los frutos los conoceréis” decía el Maestro Jesús. Si, por ejemplo, yo estoy convencido de que una de mis grandes “virtudes” es la de “ser muy franco”, y viajo por la vida diciéndole a todo el mundo sus “verdades”, ¿qué es lo que recojo con mi actitud? Gente furiosa y resentida, porque se sienten agredidos. ¿Mejorarán así mis relaciones y obtendré colaboración, cuando la necesito? ¡Desde luego que no! Todo lo contrario, encontraré a mi paso: deterioro en las relaciones, y, quienes se han sentido atacados, me pondrán infinidad de obstáculos. Simultáneamente ¿qué me ocurre a mí? ¿Crees que me traiga paz decirle al otro lo peor? ¡Desde luego que no! Es obvio que me sentiré muy incómodo repartiendo incomodidad, y, con ello quedaré expuesto al tormento insistente de las culpas.
¡Prueba otra forma de hacerlo! Fija en tu mente lo siguiente “yo no tengo derecho a juzgar, ni a cambiar a nadie, solo me corresponde cambiarme a mi mismo. A los seres que me rodean les debo: aceptación, respeto, valoración y apoyo. Puedo no estar de acuerdo con alguien, pero siempre estaré dispuesto a “dejarlo ser” sin mi interferencia, o crítica”. Practícalo, y luego verifica: ¿Cómo se siente el otro con la nueva actitud que tú has adoptado? ¿Estará dispuesto a colaborarte con lo que necesitas? ¡Desde luego que sí! Seguro que obtendrás lo mejor de esa persona, y tú conservarás tu paz y tu bienestar interno.
Si comparas los resultados de estos dos ejemplos, verás que: en el primer caso, los efectos fueron desastrosos. Esto quiere decir que partiste de una creencia falsa, que te provocó la actitud equivocada, lo que a su vez te indujo a cometer un error. En el segundo ejemplo los resultados fueron excelentes, esto significa que la verdad fue el motor de tu acción, fluyes con la Ley Universal del Amor, y por ello te corresponde cosechar satisfacciones. A esto se refería el maestro Jesús cuando decía: “La verdad te hará libre”.
Adicionalmente: el pensamiento engendra la emoción. Si las emociones se originan en creencias erradas, pueden traer consecuencias todavía más devastadoras. Por ejemplo: si mi mente juzga a alguien como “malo”, me coloca en actitud de oposición. Así, el día en que me encuentro con ese ser, podría actuar desde la rabia y es posible que llegue hasta el extremo de agredirlo verbal, o físicamente. Ni la moral, ni la religión, ni las buenas costumbres tienen el poder de impedir ese ataque; porque el concepto de “malo” viaja instantáneamente, de la mente a la reacción instintiva, sin que haya tiempo para que intervenga la conciencia.
Las creencias equivocadas son la causa de todos los errores que cometes en la vida. Pero no solamente eso, esas falsedades que guardas, en los archivos la mente, son las que construyen y alimentan tu ego. Una acción motivada por el ego te lleva a estropear tus mejores oportunidades, y a caminar en contravía a la felicidad, la salud y la armonía.
Por ello la tarea prioritaria de quienes comienzan el camino espiritual es limpiar la mente. En la medida en que estés dispuesto a desmontar lo falso, abrirás la posibilidad de que el amor despierte y vaya tomando el comando de tus pensamientos. Desde el amor serás un testimonio vivo de la verdad, y todo lo que toques, mágicamente se transformará en perfecto.
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